Diario de feminismo — Roberta Fernández

Volviendo a mirar la portada, me doy cuenta de que es una mariposa, una imagen adecuada para el libro. En el centro está Nenita, la joven protagonista, y a sus costados siguen las parientes familiares que forman sus alas. Son ellas las que avientan la imaginación de la joven durante su juventud y la informan en su proceso de transformación a Mujer.

Mientras leía la historia de Nenita —que a su vez es la historia de su madre, tías y primas— se me ocurrió que es ella “la novela” y que está compuesta por sus parientes, “los seis cuentos”. Además, considerando a Nenita como La-Mujer-Que-Será (¿Nenita, no?), pienso en el libro de Kolmar y Bartkowski, Femenist Theory, y veo una analogía: la teoría feminista es una novela también, no solamente un cuento, llena de posibilidades entre sus varias definiciones y varios testigos. Nenita tendrá que escuchar a todas a lo largo de su niñez y elegir qué tomar y qué rechazar.

En el cuento dedicado a la tía segunda Andrea, por ejemplo, se ven tres puntos de tensión que estiran a Nenita: está Andrea, la bohemia, que participó en el teatro y vive felizmente en el presente; está su hermana, Consuelo, la que se sacrifica para cuidar a la madre, pierde un marido y nunca logra viajar a Italia; y también está la madre, Clarita, que casi no aparece excepto en momentos claves para ofrecer alguna aclaración al diálogo y que compone un álbum en honor a Andrea. Aunque empecé creyendo que Andrea sería la que ganaría los afectos de Nenita, lo suyo nunca pasa de la admiración, por fuerte que sea; es con Consuelo con quien Nenita comparte momentos de intimidad y la apoya a Nenita y le regala un collar. Al final Nenita toma un poco de las tres mujeres: de Consuelo en dedicarse a los estudiar, de Andrea en buscar su felicidad y de su madre el álbum, cuando Nenita decide crear otro. Hay mucho más que decir sobre el sincretismo en Nenita —especialmente lo del álbum, pensando, por ejemplo, en la idea en Bad Indians que dice un autor debe crear y destruir archivos en su proceso de autodefinición— pero en cuanto al feminismo, quizás esta sea la metáfora de que una debe “elegir” entre varias definiciones, quizás escribir algunas también, al momento de crear su propio “álbum azul”.

Una vez entendido esto, no me extrañó que los cuentos dediquen la mayoría de sus páginas a diálogo. Nenita se forma a medida que su entorno la informa, en aparente clave de tradición oral. Sin embargo, cuando me puse a leer en voz alto uno que otro diálogo, me parecieron menos orales que escritas. ¿Será una treta entonces este vehículo de presentar lo que parece como un diálogo pero es en realidad una serie de dictámenes? Al menos así me pareció. Por otra parte, la autora decide contar sobre estas seis mujeres para crear a Nenita, pero me pregunto por qué no otras mujeres, o más mujeres, o menos. En otras palabras, me resultó difícil saber cuándo algún relato le fue necesario a Nenita y cuando uno fue simplemente contado en el impulso de contar por simplemente contar. Me hace acordar a Lugones y Spelman, cuando preguntan, “When are me making theory and when are we just articulating and/or interpreting our experiences?” En otras palabras, ¿cuándo parpadean las alas de Nenita, y cuándo simplemente me está hablando? ¿Teoría o mera experiencia? No lo supe.

Espero en la clase de hoy aprender más, escuchando lo que mis compañeras sacaron de la lectura. Como también dicen Lugones y Spelman, “It would seem that if the outsider wants to understand how she sees you and you have given your account of how you see yourself to her, there is the possibility of genuine dialogue between the two” —que me dice, en esencia, estos libros hay que conversarlos: “qué saqué yo, qué sacaste tú” = “qué aprendimos”.

Posted in Reviews and tagged , , , , .

Leave a Reply

Your email address will not be published.

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.